Una de las premisas que quería tener en cuenta a la hora de crear mi marca personal BAL LAB era poner por delante el respeto por el medio ambiente.

De entrada, a alguien puede que le choque que en mi primer post hable sobre esto, o que le dé relevancia a algo así. ¿No sería mejor invertir tiempo en otros elementos como el marketing, nuevos materiales de producción, etc.? La respuesta es NO. Y te voy a explicar porqué:

  • No, porque ya está bien de hacer un consumo irresponsable de las cosas.
  • No, porque ya tenemos suficientes complicaciones en la vida como para dejarnos engatusar con empresas que sólo tienen estrategia para llenarse los bolsillos y dejar de lado lo que les rodea.
  • No, porque (pese a lo que parezca) sólo tenemos un mundo.
  • Y rotundamente no, porque así lo siento y así es como quiero que funcionen las cosas, al menos dentro de BAL LAB.

Y perdonadme que me ponga seria con este tema, pero me sobran las razones para priorizar sobre esto:

No se me ocurren muchas cosas más importantes que el agua que bebemos o el aire que respiramos.

Dicho esto, y si tu también crees que no tenemos planeta B (al menos de momento, ¡pero quien sabe si sembraremos tomates en Marte de aquí a unas cuantas décadas!), creo que te gustará saber que empezando por la producción de cerámica que hago, hasta los productos del páckaging (tarjetas, papelería, cajas…) o el envío, están pensados para intentar ser lo más sostenibles, compensatorios i/o eficientes que puedo.

Este papel de embalar está impreso con tintas eco-friendly

¿Y esto como se consigue?

No te negaré que compensar el CO2 o revisar la contaminación de cada uno de los materiales que empleo no es un trabajo extra, pero te aseguro que poniendo voluntad y ganas no es tan complicado conseguir hacer las cosas (ni que sea) un poco mejor. Sólo se trata de intentar ser honesta con una misma.

Lo que ahora te diré sé que es poco habitual (y por descontado, extremadamente contraproducente para mí,… )

Pero quiero decirte que no quiero que me compres si no lo deseas de verdad.

Piensa primero en lo que tienes y valóralo, y compra solo las cosas que te hagan vibrar, las que conservarás durante mucho tiempo (o crees que conservarán si las regalas) porque intuyes que tienen alma. Te aseguro que te harán sentir mejor al verlas o emplearlas (y no me refiero a feliz, porque eso daría para otro debate…), también al regalarlas. El consumo responsable es una de los primeros pasos para mejorar tu entorno.

Una vez has decidido comprar, valora lo que crees que proviene de empresas o personas que respetan el medio ambiente, el impacto sobre el planeta y valora el trabajo a pequeña escala y local. Valora este esfuerzo, porque es muy fácil ir al Zara home (y te digo esta empresa como podría decirte cualquier otra) y comprar una taza, pero: ¿has pensado realmente quien la ha hecho? ¿cuántos kilometros ha hecho hasta llegar a tus manos? ¿has pensado en la historia que hay detrás? Eso te aseguro que no lo sabrás ni aunque mires la etiqueta.

Los objetos que más valoro son los que tienen una historia, una que me gusta y me hacen sentir bien.

Si empiezas a pensar así y te entrenas con el consumo responsable, ya sea comprando una pieza de arte, una cerámica o una bufanda, no te harán falta más que unos pocos segundos para saber que es lo que realmente quieres y ayudarás aportando tu granito de arena.

¡Ánimos, que todo suma!